martes, 28 de febrero de 2017

La artista.






Érase una vez, una familia muy feliz. Papá, mamá, Guillermo y Alicia. También estaban la tía Ana, el tío Javier y las primas Dulce y Eva, esta anécdota va de ellos.

                                                  


Una tarde, paseando por la plaza los ocho, decidieron sentarse a tomar un zumo los mayores y los peques fueron a corretear por la inmensa explanada donde habían plantas con flores de todos los colores, los cuatro primos disfrutaban muchísimo jugando y saltando, escondiéndose y encontrándose.





Dibujo de Lucien.
De repente, Guillermo vio que una señora estaba sentada en el suelo pintando un precioso mural con colores increíbles, era una artista, también se fijó en un sombrero donde la gente depositaba monedas, como la pintura de aquella señora le gustaba tanto, se lo dijo a sus primos, que acudieron entusiasmados a contemplar aquella obra de arte.

Después de un rato de estar mirando, Eva dijo que quería ponerle unas monedas en el sombrero, porque le gustaba mucho lo que pintaba, que era un caballo al galope libre por un prado verde. Así que se fue corriendo a la mesa donde estaban los mayores y dirigiéndose a su madre le pidió dinero para la pintora. Su madre, levantándose de la silla se acercó a ver lo que tanto admiraba a la niña, cuando lo vio quedó fascinada, le dio la monedita a su hija y esta la depositó en el sombrero, al verla, Guillermo fue a hablar con su madre para hacer lo mismo, ya que también quería ayudar a la señora artista, su madre, sin apenas ver lo que estaba pintando aquella mujer, solo pudo fijarse en que la señora tenía un aspecto diferente, vestía con falda larga y estaba un poco desaliñada, tampoco le gustó la forma en que estaba sentada en el suelo, así que sin más miramientos dijo: -Hijo, a mamá no le gustan ese tipo de personas, ven con nosotros y dejen ya de estar ahí mirando.- 

Guillermo y los demás niños se quedaron muy tristes, para ellos la señora era admirable por lo que hacía, no se habían fijado en cómo iba vestida o peinada, ellos, como niños, no tenían problemas en aceptar a la gente como es, pensaron que algunos mayores se complicaban demasiado la vida fijándose en tantas cosas que no eran tan importantes. 



Vicent van Gogh fue un artista que vivió en la pobreza a pesar de ser un excelente pintor.




Lupi el pajarito que ayudaba a los demás.

Lupi era un pajarillo que vivía en una granja rodeado del cariño de sus padres y hermanitos.  Ayudaba en todo lo que podía, recogía ramitas y bichitos para tener almacenada la comidita que más les gustaba a los pajaritos.

                                           
Foto de Néstor M. Garavito
En las afueras de la granja había también familias de pajaritos que apenas tenían comida, así que Lupi siempre que podía cogía del almacén algunas hojitas, ramitas y bichitos y los repartía entre las familias que no tenían tanta suerte como él.

                                     
Foto de Néstor M. Garavito
Pero había una cosa que a Lupi no le gustaba. En la misma granja, había otra  familia de cotorras, ellas comían todo lo que encontraban, disfrutaban de la abundancia.                                            

Un día, las cotorras invitaron a Lupi a comer, pero a cambio, tenía que coger del almacén que sus papas cuidaban con tanto esmero, un montón de comidita para regalar a aquéllas cotorras para su reunión. También le dijeron que se tenía que poner un precioso traje de fiesta para ir.
                                       
Foto de Néstor M. Garavito
Lupi, que era muy sensato, pensó: si me hago un traje nuevo, tendré que cambiarlo por un montón de ramitas, bichitos y hojitas, además, ¿Las cotorras para qué quieren tanta comida si ya tienen un montón?, ellas viven lujosamente. No entiendo su necesidad.

Así que se fue a la fiesta con su vestido de siempre y llevó solo unas pocas cositas como bichitos secos y hojitas. Al llegar, los invitados le miraron recelosos y cuchicheaban entre ellos - Mira a Lupi, va como si no tuviera suficiente para ponerse un nuevo vestido y qué poca comida ha traído..., es un tacaño - 

                                   
Foto de Néstor M. Garavito
Cuando terminó la fiesta, en la que Lupi no se divirtió demasiado, volvió a su hogar. Estaba triste, porque aquéllos amigos no lo comprendían, él no entendía para qué se ponían trajes nuevos cada vez que salían, si el que tenían no estaba roto ni nada, sentía pena por las cotorritas que si no tenían muchas cosas estaban tristes.

Al día siguiente, llamaron a su puerta, una familia de pajaritos estaba en apuros, habían tenido muchos hijitos y unos niños les habían destrozado su nido, ahora tenían que empezar por el principio y con los bebés llorando todo el rato pio, pio, pio, así que necesitaban comida urgente, Lupi fue al almacén, sacó todo lo que pudo para ayudar a esta familia, también les llevó muchas ramitas con hojas para abrigarse, acumuló todo lo que pudo para ayudarles, todo lo que encontró para que estuvieran bien.

Y es que Lupi sabía dónde estaba la verdadera necesidad y le gustaba ayudar a los demás, con eso era con lo que él era feliz, pero las cotorras no sabían este secreto de Lupi y lo juzgaban sin conocerlo. No deberíamos hablar de los demás sin saber las razones que tienen para hacer lo que hacen o decir, lo que dicen.

sábado, 25 de febrero de 2017

El misterioso amigo de Pedro.

Érase una vez un niño llamado Pedro.  Pedro disfrutaba de casi todo, iba al colegio y tenía muchos amiguitos, niños y niñas, su profesora Katy era muy simpática y quería a todos por igual. 


Algunas veces, Katy se ponía triste si alguno de sus niños o niñas se portaban mal, así que directamente lo decía: - Ana, te has subido a la librería cuando te había dicho que estuvieras en tu silla, ahora estoy triste por tu desobediencia - entonces ellos se sentían mal por haber disgustado a su querida maestra.

Pedro, tenía un amigo secreto, todas las tardes, cuando salía del cole y después de merendar, se iba a ver a su amigo, se sentaba junto a él y le contaba todo lo que le había ocurrido durante el día. Su amigo le escuchaba en silencio y al niño eso le encantaba porque de ese modo, él mismo se podía oír, pasaba que a veces, oyéndose a sí mismo comenzaba a darse cuenta de que a lo mejor no había hecho lo correcto.


Por ejemplo, un día, contándole lo que le había  pasado con su amiga Marina: ella le había pisado muy fuerte sin querer y él, como un rayo la cogió por el brazo y le dio un pellizco, la niña se puso a llorar y cuando Katy preguntó qué había pasado, él dijo que Marina le había pisado pero no que él la había pellizcado, la niña no dijo nada y se llevó el castigo de la profesora.

Al contarlo a su amigo, Pedro se sintió mal por su falta a la verdad, así que al día siguiente le contó a su profesora la historia real y ella, pasándole la mano por la cabeza le dijo que había sido muy valiente por contar lo que de verdad había pasado. Después, Pedro se sintió realmente bien pues es muy bueno sentirse libre por dentro sabiendo que no hay nada que ocultar.

Su madre conocía el secreto de su hijo y lo miraba con dulzura, pues sabía que iba a encontrarse con su amigo el roble, un árbol enorme que cobijaba a Pedro después de las clases y escuchaba las confesiones infantiles de aquel pequeño ser que encontraba en su árbol a su mejor confidente. 

Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.

PD. El roble.- La importancia del roble va mucho más allá que la utilidad de su madera. La imagen de este longevo árbol es grandiosa con recias ramas que se elevan al cielo. Para todos los pueblos que lo han conocido constituye un sinónimo de fuerza, de no dejarse doblegar ante ningún obstáculo. El fruto del roble son las bellotas. Puedes leer más sobre este árbol en el enlace.