martes, 25 de julio de 2017

Puedo vivir sin ti, lo que no puedo es vivir sin mi misma.





Eran las nueve, bajó rápidamente del coche de su madre después de darle un beso, se dirigió a la entrada del colegio, allí estaban sus amigas, como siempre mirando sus móviles, apenas levantaron la cabeza para responder a su saludo. Entraron en tropel a la clase, la profe ya estaba esperándoles con su amplia sonrisa, se llama Esther, es también la tutora del grupo.

Son las once, hora del recreo. Estaba frita por ver a Andrés, el chico más guapo que había visto en su vida, él no es que le hiciera mucho caso, pero Anabel con que solo la mirara ya se derretía, el chico lo sabía, porque como con ella le pasaba con muchas otras chicas, simplemente se enamoraban de él sin que pudiera evitarlo.

Como quien no quiere la cosa, Anabel se acerca a Andrés y le enseña en el móvil unas fotos que se hizo la noche anterior en su cuarto -¿Las quieres?- el chico, sin demasiado interés le dice que vale, que se las envíe, en eso se acerca Julia, que llega a tiempo de contemplar la escena, se van acercando las demás compañeras, Silvia, al ver la escena, tiene una idea. -¿Porqué no hacen una sesión de fotos de Anabel y Andrés como si fueran pareja?- Anabel se siente un poco cohibida, aunque no le parece mal, de esa forma, piensa, estará más vinculada a Andrés y este seguro que se fijará en ella como posible novia.

Así que quedan a la salida en el parque que hay junto al colegio, a los padres les dirán unas que van a estudiar a casa de las otras y así tendrán un par de horas para desarrollar la genial idea de Silvia.

Andrés llega con Sergio, se sientan en el césped esperando que las chicas tomen la iniciativa, ellas no se hacen esperar, Anabel se ha puesto muy sexy, la han pintado para que parezca mayor, está monísima, Sergio y Andrés las miran divertidos hasta que llega el momento de empezar la sesión. Silvia lleva la voz cantante, les va diciendo cómo ponerse, indica a Anabel que debe mirarle embelesada, cosa que a la niña no le cuesta demasiado, él se deja hacer, más bien la mira con displicencia, a veces la besa en la mejilla, ella en plan sugerente, hacen muchas fotos, hasta que a Silvia se le ocurre que faltaría un beso en la boca.

A eso de las ocho se despiden, están exitados con la tarde tan apasionante que han pasado, cuando llega a casa Anabel siente un cierto malestar, cree que no ha hecho bien especialmente besando a Andrés, ella nunca había besado a ningún chico, no se lo puede contar a nadie, sus padres se enfadarían, no entenderían que era un juego, un pasatiempo. Su hermano tampoco estaría de acuerdo con lo que había hecho. Bueno, qué tontería, si no había hecho nada malo en realidad, ¿Porqué se sentía mal?.

Cuando salieron al recreo al día siguiente se le acercaron Marta y Jorge, le preguntaron que desde cuándo eran novios ella y Andrés, un escalofrío recorrió su cuerpo de doce años. Las fotos estaban circulando por los móviles de todo el colegio.
Eso no era precisamente lo que ella quería, ni le habían preguntado si daba su permiso, había sido Silvia, seguro, ella era mucho de eso, en su especie de liderazgo se creía con potestad para cualquier cosa, pero la culpa era de todos, nadie le había parado los pies a esa niñata. Anabel estaba furiosa, sentía vergüenza de saberse expuesta a los comentarios de los demás, ella, que era la discreción personificada.

Por la tarde había tutoría, de manera que decidió irse a contar la historia a Esther, a ver si la profesora podía hacer algo, si sus padres se enteraban la iba a tener fuerte en casa. La profesora escuchó atentamente su historia, cuando hubo terminado le dijo que llamara a los compañeros que habían participado, desafortunadamente ya se habían ido, así que la reunión quedaba pendiente para mañana, ya que la tutora decidió que era un tema importante que había que aclarar cuanto antes.

Pero ya sus padres la estaban esperando muy disgustados. Nada más cerrar la puerta de entrada se dio cuenta de que algo marchaba mal. La madre de Silvia había visto las fotos en el móvil de su hija y no se lo pensó dos veces en enviarlas a la madre de Anabel y de Andrés. Al día siguiente tuvieron una reunión en el colegio con la directora y tutora Esther, los padres de los implicados y los alumnos participantes. Todo se resolvió en una larga conversación que les llevó al acuerdo de borrar las fotos de los móviles de los presentes. Cómo todos sabemos, el resto de fotos enviadas no se pueden borrar, estarán circulando por internet sin control.

De toda esta historia a Anabel se le quedó grabada una frase que dijo su tutora refiriéndose a cuando hacemos las cosas algunas veces solo por agradar a los demás, ya sean estos, amigos, parejas, familiares o profesores, si algo muy dentro de nosotros nos está diciendo que no está bien, debemos aclararlo y negarnos a hacerlo porque SE PUEDE VIVIR SIN EL OTRO, LO QUE NO SE PUEDE ES VIVIR SIN UNO MISMO.