jueves, 19 de marzo de 2020

El globo.





Érase una vez un globo muy grande, en él cabían muchísimas cosas porque desde el principio, cuando solo eran unas pocas, el globo se fue expandiendo para dar cabida a todos los que querían vivir en él. Todos sus habitantes eran muy felices, podían respirar el aire que circundaba el globo, comían de los frutos que su tierra les ofrecía, bebían el agua que manaba de él, todo iba muy bien.


Hasta que a sus habitantes les pareció poca cosa lo que aquel globo ofrecía y empezaron a inventar nuevas formas de vivir en aquel globo, cada vez, aquellos habitantes necesitaban más y más, un invento seguía al otro, aquello no tenía fin, además, empezaron a sentir que no eran felices con lo poco que les ofrecía el globo, ya casi ni se percataban de las esenciales ofrendas que él les daba sin pedir nada a cambio. Aquellos habitantes habían aprendido que lo que no se compraba no valía nada.

El globo se fue entristeciendo, contemplaba el despilfarro y la frivolidad de sus habitantes, ya no le hacían caso, lo maltrataban y no querían dejar de hacerlo. El globo estaba herido, su dolor se fue convirtiendo en pequeñas partículas que empezaron a esparcirse entre los habitantes, estos empezaron a enfermar, primero unos pocos, pero unos a otros se iban contagiando del dolor de aquel globo despreciado. Muy lentamente, los habitantes fueron despertando de su letargo, comenzaron a ver lo que estaban haciendo a su amigo que tan generosamente los había acogido. Ahí comenzó el cambio hacia una convivencia más justa con su amigo el globo, este se empezó a renovar muy lentamente, después de mucha tristeza por su parte y también de sus habitantes.

Ahora, el aire es más puro, hay muchos parques y flores, la gente no tiene tanta prisa y se ama más, se aprecia y agradecen las cosas más importantes y lo material ha pasado a segundo término, ahora los habitantes del globo cuando se miran unos a los otros, se ven, cuando se oyen, se escuchan y cuando se quieren se aman, el globo se ha convertido en un lugar plácido donde el miedo ha desaparecido con la avaricia que se llevó aquella pequeña partícula que se esparció debido al dolor del globo.