domingo, 22 de diciembre de 2019

Si de noche lloras por el sol, no verás las estrellas. R. Tagore

Otra vez Toni le había fallado. Allí estaba ella, mirando la hora, esperaba que él, como cada tarde, apareciera para jugar al baloncesto con los chicos, después se verían ellos dos y pasearían, se contarían las últimas novedades y volverían cada uno a su casa como de costumbre. Pero no apareció, así que Eva sintió que no la tenía en cuenta, seguramente no le gustaba estar con ella o habría encontrado un modo mejor de pasar la tarde. 

Volvió a casa, estaba de malhumor, casi ni saludó a su hermano ni a su mamá que la esperaba con la sonrisa que siempre tenía cuando ella aparecía. Subió a su habitación y se puso a mirar su correo, nada, ni una excusa o explicación de porqué no había aparecido aquella tarde su amigo Toni.

Al siguiente día lo vio en clase, ella, muy seria y digna casi ni lo miró. En el recreo Toni se acercó muy alegre, como siempre, pero ella estaba enfadada. Él le preguntó qué le pasaba, pero ella no quiso darle demasiada importancia y casi lo ignoró, Toni no entendía nada, pensó que las chicas a veces son difíciles de entender.

Por la tarde fue a jugar al baloncesto a la plaza, ya que hoy no tenía que cuidar a su hermanita, pero Eva no estaba, no le dio demasiada importancia, ya se verían otro día. Pasaron los días pero la distancia entre Eva y Toni iba en aumento, ella parecía molesta, pero él no entendía nada. Se distanciaron tanto que ya no volvieron a tener aquellos encuentros tan bonitos donde los dos expresaban lo que sentían, se contaban lo que les ocurría y eran un apoyo el uno para el otro, nunca más volvió a suceder.

Y es que Eva, cayó en lo que muchos de nosotros tropezamos sin darnos cuenta, en la expectativa.

Las expectativas son los deseos que guardamos allá en lo más profundo de nuestro ser y que nos hacen desear que los otros sean como nosotros esperamos o creemos que tienen que ser. Pero, no es así, la mayoría de las veces no se cumplen esas esperanzas y nos decepcionamos. ¿Es culpa del otro o nuestra?

Lo más inteligente sería tomar al otro como es, no querer que sea la imagen que ilusoriamente nos hemos formado nosotros, nos ahorraríamos tantos sinsabores... la otra persona, al sentir que no puede ser como tú quieres, también se siente mal y esto es el cuento de nunca acabar.

Así que una propone, pero si el otro o la otra no reacciona como esperábamos, simplemente aceptamos, sin rencor, cada ser es una individualidad que aporta precisamente eso que es, no hemos de darle más vueltas. Sencillamente aceptar lo que es.





2 comentarios:

  1. Estoy completamente de acuerdo contigo, solo añadir que muchas veces nos dejamos llevar y sin querer, esperamos. Es tan difícil no hacerse expectativas...
    SAludos.

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    1. Cierto Manuela, somos humanos, pero ya el ser conscientes nos hará fijarnos en nuestras debilidades, lo que nos ayudará a mejorar. Un abrazo y gracias por pasarte por aquí.

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